Realizado por: Pedro Manuel Cruz Cózar
CALCULO INFINITESIMAL
SIR ISAAC NEWTON
Científico inglés
(Woolsthorpe, Lincolnshire, 1642 - Londres, 1727). Hijo póstumo y prematuro, su
madre preparó para él un destino de granjero; pero finalmente se convenció del
talento del muchacho y le envió a la Universidad de Cambridge, en donde hubo de
trabajar para pagarse los estudios. Allí Newton no destacó especialmente, pero
asimiló los conocimientos y principios científicos de mediados del siglo XVII,
con las innovaciones introducidas por Galileo, Bacon, Descartes, Kepler y otros.
Tras su graduación en
1665, Isaac Newton se orientó hacia la investigación en Física y Matemáticas,
con tal acierto que a los 29 años ya había formulado teorías que señalarían el
camino de la ciencia moderna hasta el siglo XX; por entonces ya había obtenido
una cátedra en su universidad (1669).
Suele considerarse a Isaac
Newton uno de los protagonistas principales de la llamada «Revolución
científica» del siglo XVII y, en cualquier caso, el padre de la mecánica
moderna. No obstante, siempre fue remiso a dar publicidad a sus
descubrimientos, razón por la que muchos de ellos se conocieron con años de
retraso.
Newton coincidió con Leibniz en el
descubrimiento del cálculo integral, que contribuiría a una profunda renovación
de las Matemáticas; también formuló el teorema del binomio (binomio
de Newton). Pero sus
aportaciones esenciales se produjeron en el terreno de la Física.
Sus primeras
investigaciones giraron en torno a la óptica: explicando la composición de la
luz blanca como mezcla de los colores del arco iris, Isaac Newton formuló una
teoría sobre la naturaleza corpuscular de la luz y diseñó en 1668 el primer
telescopio de reflector, del tipo de los que se usan actualmente en la mayoría
de los observatorios astronómicos; más tarde recogió su visión de esta materia
en la obra Óptica (1703).
También trabajó en otras
áreas, como la termodinámica y la acústica; pero su lugar en la historia de la
ciencia se lo debe sobre todo a su refundación de la mecánica. En su obra más
importante, Principios matemáticos de la filosofía
natural (1687), formuló
rigurosamente las tres leyes fundamentales del movimiento: la primera ley de
Newton o ley de la inercia, según la cual todo cuerpo permanece en reposo o en
movimiento rectilíneo uniforme si no actúa sobre él ninguna fuerza; la segunda
o principio fundamental de la dinámica, según el cual la aceleración que
experimenta un cuerpo es igual a la fuerza ejercida sobre él dividida por su
masa; y la tercera, que explica que por cada fuerza o acción ejercida sobre un
cuerpo existe una reacción igual de sentido contrario.
De estas tres leyes dedujo
una cuarta, que es la más conocida: la ley de la gravedad, que según la leyenda
le fue sugerida por la observación de la caída de una manzana del árbol.
Descubrió que la fuerza de atracción entre la Tierra y la Luna era directamente
proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado
de la distancia que las separa, calculándose dicha fuerza mediante el producto
de ese cociente por una constante G; al
extender ese principio general a todos los cuerpos del Universo lo convirtió en
la ley de gravitación universal.
La mayor parte de estas
ideas circulaban ya en el ambiente científico de la época; pero Newton les dio
el carácter sistemático de una teoría general, capaz de sustentar la concepción
científica del Universo durante varios siglos. Hasta que terminó su trabajo
científico propiamente dicho (hacia 1693), Newton se dedicó a aplicar sus
principios generales a la resolución de problemas concretos, como la predicción
de la posición exacta de los cuerpos celestes, convirtiéndose en el mayor
astrónomo del siglo. Sobre todos estos temas mantuvo agrios debates con otros
científicos (como Halley, Hooker, Leibniz o Flamsteed), en los que encajó mal
las críticas y se mostró extremadamente celoso de sus posiciones.
Como profesor de
Cambridge, Newton se enfrentó a los abusos de Jacobo II contra
la universidad, lo cual le llevó a aceptar un escaño en el Parlamento surgido
de la «Gloriosa Revolución» (1689-90). En 1696 el régimen le nombró director de
la Casa de la Moneda, buscando en él un administrador inteligente y honrado
para poner coto a las falsificaciones. Volvería a representar a su universidad
en el Parlamento en 1701. En 1703 fue nombrado presidente de la Royal
Society de Londres. Y en
1705 culminó la ascensión de su prestigio al ser nombrado caballero.
NEWTON A PARTE
DE LAS MATEMÁTICAS: TEOLOGÍA
Newton fue profundamente religioso toda su vida. Hijo de padres
puritanos, dedicó más tiempo al estudio de la Biblia que al de la ciencia.
Un análisis de todo lo que escribió Newton revela que de unas 3.600.000
palabras solo 1.000.000 se dedicaron a las ciencias, mientras que unas
1.400.000 tuvieron que ver con teología. Se conoce una lista de cincuenta y
ocho pecados que escribió a los 19 años en la cual se puede leer "Amenazar
a mi padre y madre Smith con quemarlos y a la casa con ellos".
Newton era arrianista y creía en un único Dios, Dios Padre. En
cuanto a los trinitarios, creía que habían cometido un fraude a las Sagradas Escrituras y acusó a la Iglesia Católica
Romana de ser la
bestia del Apocalipsis.
Por estos motivos se entiende por qué eligió firmar sus más secretos
manuscritos alquímicos como Jehová Sanctus Unus: Jehová Único Dios. Relacionó sus
estudios teológicos con los alquímicos y creía que Moisés había sido un alquimista. Su ideología
antitrinitaria le causó problemas, ya que estudiaba en el Trinity College en
donde estaba obligado a sostener la doctrina de la Trinidad. Newton viajó a Londres para pedirle
al rey Carlos II que
lo dispensara de tomar las órdenes sagradas y su solicitud le fue concedida.
Cuando regresó a Cambridge inició su correspondencia con el
filósofo John Locke.
Newton tuvo la confianza de confesarle sus opiniones acerca de la Trinidad y
Locke le incitó a que continuara con sus manuscritos teológicos. Entre sus
obras teológicas, algunas de las más conocidas son “An Historical
Account of Two Notable Corruption of Scriptures”, “Chronology of
Ancient Kingdoms Atended” y “Observations upon
the Prophecies”. Newton realizó varios cálculos sobre el
"Día del Juicio Final", llegando a la conclusión de que este no sería
antes del año 2060.
GOTTFRIED
WILHELM LEIBNIZ
Filósofo y matemático
alemán. Su padre, profesor de filosofía moral en la Universidad de Leipzig,
falleció cuando Leibniz contaba seis años. Capaz de escribir poemas en latín a
los ocho años, a los doce empezó a interesarse por la lógica aristotélica a
través del estudio de la filosofía escolástica.
En 1661 ingresó en la
universidad de su ciudad natal para estudiar leyes, y dos años después se
trasladó a la Universidad de Jena, donde estudió matemáticas con E. Weigel. En
1666, la Universidad de Leipzig rechazó, a causa de su juventud, concederle el
título de doctor, que Leibniz obtuvo sin embargo en Altdorf; tras rechazar el
ofrecimiento que allí se le hizo de una cátedra, en 1667 entró al servicio del
arzobispo elector de Maguncia como diplomático, y en los años siguientes desplegó
una intensa actividad en los círculos cortesanos y eclesiásticos.
En 1672 fue enviado a
París con la misión de disuadir a Luis XIV de su propósito de invadir Alemania;
aunque fracasó en la embajada, Leibniz permaneció cinco años en París, donde
desarrolló una fecunda labor intelectual. De esta época datan su invención de
una máquina de calcular capaz de realizar las operaciones de multiplicación,
división y extracción de raíces cuadradas, así como la elaboración de las bases
del cálculo infinitesimal.
En 1676 fue nombrado
bibliotecario del duque de Hannover, de quien más adelante sería consejero,
además de historiador de la casa ducal. A la muerte de Sofía Carlota (1705), la
esposa del duque, con quien Leibniz tuvo amistad, su papel como consejero de
príncipes empezó a declinar. Dedicó sus últimos años a su tarea de historiador
y a la redacción de sus obras filosóficas más importantes, que se publicaron
póstumamente.
Representante por
excelencia del racionalismo, Leibniz situó el criterio de verdad del
conocimiento en su necesidad intrínseca y no en su adecuación con la realidad;
el modelo de esa necesidad lo proporcionan las verdades analíticas de las
matemáticas. Junto a estas verdades de razón, existen las verdades de hecho,
que son contingentes y no manifiestan por sí mismas su verdad.
El problema de encontrar
un fundamento racional para estas últimas lo resolvió afirmando que su
contingencia era consecuencia del carácter finito de la mente humana, incapaz
de analizarlas por entero en las infinitas determinaciones de los conceptos que
en ellas intervienen, ya que cualquier cosa concreta, al estar relacionada con
todas las demás siquiera por ser diferente de ellas, posee un conjunto de
propiedades infinito.
Frente a la física
cartesiana de la extensión, Leibniz defendió una física de la energía, ya que
ésta es la que hace posible el movimiento. Los elementos últimos que componen
la realidad son las mónadas, puntos inextensos de naturaleza espiritual, con
capacidad de percepción y actividad, que, aun siendo simples, poseen múltiples
atributos; cada una de ellas recibe su principio activo y cognoscitivo de Dios,
quien en el acto de la creación estableció una armonía entre todas las mónadas.
Esta armonía preestablecida se manifiesta en la relación causal entre
fenómenos, así como en la concordancia entre el pensamiento racional y las
leyes que rigen la naturaleza.
Las contribuciones de
Leibniz en el campo del cálculo infinitesimal, efectuadas con independencia de
los trabajos de Newton, así como en el ámbito del análisis combinatorio, fueron
de enorme valor. Introdujo la notación actualmente utilizada en el cálculo
diferencial e integral. Los trabajos que inició en su juventud, la búsqueda de
un lenguaje perfecto que reformara toda la ciencia y permitiese convertir la
lógica en un cálculo, acabaron por desempeñar un papel decisivo en la fundación
de la moderna lógica simbólica.
LEIBNIZ
A PARTE DE LAS MATEMÁTICAS: LA FILOSOFÍA
El inicio de Leibniz en la
filosofía empieza con su discurso sobre la metafísica,
el cual elaboró en 1686 como un comentario a una disputa entre Malebranche y Antoine Arnauld.
Esto condujo a una extensa y valiosa disputa con Arnauld; el discurso no se
publico sino hasta el siglo XIX. En 1695 Leibniz realizó su entrada pública a
la filosofía europea con un artículo titulado Nuevo sistema de la naturaleza y
comunicación de las sustancias. En el período 1695-1705 elaboró sus Nuevos ensayos
sobre el entendimiento humano, un extenso comentario sobre “An Essay
Concerning Human Understanding” (1690) de John Locke,
pero al enterarse de la muerte de Locke en 1704 perdió el deseo de publicarlo,
de modo que los Nuevos ensayos no se publicaron sino hasta 1765. La Monadologie,
otra de sus obras importantes, compuesta en 1714 y publicada póstumamente,
consta de noventa aforismos.
Leibniz conoció a Spinoza
en 1676 y leyó algunos de sus escritos sin publicar, y se sospecha desde
entonces que se apropió de algunas de sus ideas. A diferencia de Descartes,
Leibniz y Spinoza tenían una educación filosófica rigurosa. La disposición escolástica y aristotélica de su mente revela la fuerte
influencia de uno de sus profesores en Leipzig,
Jakob Thomasius, quien supervisó además su tesis de grado. Leibniz también leyó
vorazmente a Francisco Suárez, un jesuita español, respetado incluso en las
universidades luteranas. Tenía un profundo interés por los nuevos métodos y
conclusiones de Descartes, Huygens, Newton y Boyle,
pero observaba sus trabajos desde una perspectiva bastante influida por las
nociones escolásticas. Sin embargo, sigue siendo notable el que sus métodos y
preocupaciones anticipan con frecuencia la lógica y la filosofía analítica y lingüística
del siglo XX.
CALCULO INFINITESIMAL
La invención del cálculo infinitesimal es
atribuida tanto a Leibniz como a Newton.
De acuerdo con los cuadernos de Leibniz, el
11 de noviembre de 1675 tuvo lugar un acontecimiento fundamental, ese día
empleó por primera vez el cálculo integral para encontrar el área bajo la curva
de una función y=f(x). Leibniz introdujo varias notaciones usadas en la
actualidad, tal como, por ejemplo, el signo "integral" ∫, que
representa una S alargada,
derivado del latín "summa", y la letra "d" para referirse a
los "diferenciales", del latín "differentia".
Esta
ingeniosa y sugerente notación para el cálculo es probablemente su legado
matemático más perdurable. Leibniz no publicó nada acerca de su cálculo hasta
1684. La regla del producto del cálculo diferencial es aún
denominada "regla de Leibniz para la derivación de un producto".
Además, el teorema que dice cuándo y cómo diferenciar bajo el símbolo integral,
se llama la "regla de Leibniz para la derivación de una integral".
Desde 1711 hasta su muerte, la vida de Leibniz estuvo
emponzoñada con una larga disputa con John Keill, Newton y otros sobre si había
inventado el cálculo independientemente de Newton, o si meramente había
inventado otra notación para las ideas de Newton. Leibniz pasó entonces el
resto de su vida tratando de demostrar que no había plagiado las ideas de
Newton.
Por otra parte, Newton abordó el desarrollo del cálculo a partir de la geometría analítica desarrollando un enfoque geométrico y analítico de las
derivadas matemáticas aplicadas sobre curvas definidas a través de ecuaciones. Newton también buscaba cómo cuadrar distintas curvas, y la
relación entre la cuadratura y la teoría de tangentes. Después de los
estudios de Roberval, Newton se percató de que el método de tangentes podía
utilizarse para obtener las velocidades instantáneas de una trayectoria
conocida. En sus primeras investigaciones Newton lidia únicamente con problemas
geométricos, como encontrar tangentes, curvaturas y áreas utilizando como base matemática la geometría analítica de Descartes. No obstante, con
el afán de separar su teoría de la de Descartes, comenzó a trabajar únicamente
con las ecuaciones y sus variables sin necesidad de recurrir al sistema
cartesiano.
Actualmente se emplea la notación del cálculo creada por
Leibniz, no la de Newton.
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